La muestra de la UNC que convocó durante 30 días a más de 120 mil personas finalizó de la mejor manera. Fue un broche de oro para Cuatrociencia la presencia de Adrián Paenza, tal vez el comunicador de la ciencia más popular y admirado que tiene este país.
La trayectoria como divulgador del conocimiento científico que tiene Paenza posee un valor agregado: se especializa de la Matemática, una de las ciencias que más dificultades crea a la hora de comunicarla y enseñarla a un público masivo. No pasa lo mismo cuando Adrián Paenza está al frente. Así fue, otra vez, en la conferencia “Atentado a la intuición” que brindó en Cuatrociencia. Tanto en sus publicaciones – leídas por millones de personas y traducidas a varios idiomas-, como en cada charla que ofrece en público, Paenza propone otra forma de ver la matemática, al encararla desde una perspectiva que la aleja de su presentación acartonada bajo formulas cerradas y teoremas preestablecidos.
Paenza hace preguntas, le formula problemas al público y utiliza las herramientas que brinda la matemática para solucionarlos. Es lo que hace cualquier matemático, pero no es muy común a cómo se enseña. Lo que busca al fin y al cabo es ejercitar el razonamiento matemático a través de juegos y problemas. “En el colegio, a los chicos se les suele obligar a escribir y solucionar problemas que suponen preguntas que no se hicieron. Y esto es muy aburrido”, soltó en un tramo de la charla en Cuatrociencia. La matemática, así, cobra más atractivo y se vuelve apasionante cuando se invierte el orden al cual estamos acostumbrados a tratarla y la utilizamos para pensar problemas cotidianos, cercanos, y utilizando el enfoque que ella provee.
Es en este sentido que desde que se subió al escenario de la Sala de las Américas, Paenza propuso juegos-problemas, con la complicidad casi total del público. Primero, exponiendo las distintas formas de realizar una simple operación, después planteando situaciones que esconden cálculos estadísticos y de probabilidad. Si estaríamos concursando por un automóvil en un programa de TV, ¿qué opción elegiríamos si tenemos tres puertas y en una sola está nuestro premio?, ¿por cuál optar si una vez que escogimos una puerta- y no conocimos aún qué resultado obtuvimos-, nos dan la oportunidad de optar entre las otras dos?.
Se trataban solamente de “atentados a la intuición”, ya que -ironizó Paenza- “Ninguno de nosotros está participando por un auto”. “Lo que importa es la matemática que está detrás de estas situaciones, la cual se educa. Si hubiéramos sido participantes de este programa de TV hubiéramos sabido cómo resolverlo”, añadió. En otras palabras: la matemática no solo puede ser divertida sino que también nos resulta de mucha utilidad en nuestras vidas.
“Cuál es la diferencia entre un millón y mil millones?”, preguntó al público en Cuatrociencia el matemático. La respuesta era sencilla: tres ceros. “Pero pensemos el cálculo en otro contexto -propuso -: “Supongamos que una persona está por ser condenada a la cárcel y el fiscal pide mil millones de segundos de condena, mientras que el abogado defensor propone un millón de segundos de castigo”. Paenza hizo los cálculos correspondientes para convertir los segundos en días y años. Si le daban la razón al abogado, la persona hubiera estado 11 días preso, pero si la condena obedecía al pedido del fiscal serían…31 años. “La diferencia es muy grande en este marco. Pero no solemos advertir la gran diferencia que hay en tres ceros si solo atendemos a la números”, señaló Paenza.
El repertorio no se acaba nunca, son múltiples las situaciones o problemas cotidianos que podemos resolver con esta ancestral ciencia. “¿Cuántas personas tiene que haber en esta sala para que estemos seguros de que habrá dos que cumplen el mismo día?”, disparó en un momento el matemático. El número, se reflexionó, debía ser mayor a 365, para ocupar al menos todos los días del calendario anual. “¿Usando el ejemplo del cumpleaños, podemos deducir que hay en Córdoba dos personas, por lo menos, con la misma cantidad de pelos?”, continuó interpelando el periodista.
Se repetían los ejercicios y el público asistente se involucraba con mucha naturalidad. Antes de cerrar, Paenza pidió calcular la cantidad de días que tiene que pasar para que un disco de música de 10 pistas se reproduzca en todos los órdenes posibles, de a uno por día. Si el disco tuviera solo 3 temas (3x2x1), se agotaría en solo 6 días; de tener 4 pistas, alcanzaría con 24 días (4x3x2x1). “¿Y cuántos días serían con un disco de 10 temas?”, insistió Paenza y realizó la cuenta en vos alta: 10x9x8x7x6x5x4x3x2x1: 3.628.800 días…”La persona ya estaría muerta”, apuntó el divulgador, ante las carcajadas de los asistentes.
Educación y comunicación
Entre medio de sus “atentados a la intuición”, Paenza se preocupó también de pensar algunas cuestiones, por ejemplo, la comunicación de la ciencia o de un conocimiento especializado. Lo hizo a través del relato de una anécdota que involucraba una situación donde una persona no conocía el significado del concepto “perpendicular”. “Uno puede tener un saber que el otro no tiene”, señaló. “Es un tema delicado, cuando uno sabe o maneja un conocimiento, lo exhibe, y puede ser ofensivo”. “Por eso es tan importante la educación pública, gratuita, obligatoria y laica. Todos tenemos derecho a conocer y saber”, remató el matemático ante el aplauso generalizado. “La matemática es una herramienta extraordinaria para aprender a pensar e inclusive para decir ʻno séʼ. ¿No les parece fascinante decir ʻno séʼ?”, exclamó.
“Tenemos que incluirnos entre todos para pensar, para discutir, para resolver problemas. Cada pregunta que se contesta abre muchas otros interrogantes”, enfatizó el matemático.
No había mejor lugar que Cuatrociencia para evidenciar estas palabras: comunicar, compartir y democratizar el conocimiento. Popularizarlo verdaderamente, ponerlo a disposición de toda la sociedad. Pensar y reflexionar colectivamente. Durante cinco semanas, la muestra de arte, ciencia y tecnología de la UNC se ocupó de materializar estas ideas.