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Salgan al sol

telescopio

En Cuatrociencia el sol tiene su protagonismo. Algunos días faltó y se hizo desear, pero tuvo asistencia casi perfecta. Mientras tanto en el Patio de las Palmeras o en la Plaza de la Física y la Matemática, un telescopio para difusión, es uno de los protagonistas de la muestra. Allí se forman colas y ninguno se quiere perder la oportunidad.

Luis es uno de los encargados, quien armó y desarmó el telescopio para que miles de visitantes pasaran y miraran. Él, estudiante de Astronomía en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física le explica a una nena: “Cuando se acostumbre el ojo, vas a verlo bien”.

Dudas y más dudas salen a la luz, justamente, para que él las despeje. En su breve explicación, él nos enseña: “La idea es que vean efectos del sol. No es un telescopio para hacer estudios científicos, pero sí para difusión. Mostrarles el sol y efectos dentro de él. Como manchas de sol o protuberancias que es lo más habitual que sucede.  Mucha gente viene un día, ve unos efectos y al volver otro día están cambiados”.

Las manchas son zonas de menor temperatura. Allí hay unos 4.000 grados centígrados, mientras que en el resto del sol hay 6.000. Y lo que se ven como explosiones en el contorno del sol, son campos magnéticos. “Explosiones de campo magnético que son curvas porque siguen la línea del campo magnético. Son como un imán donde se cierra la línea y esas partículas siguen la trayectoria de la línea. El sol tiene todos imanes cruzados al ser gaseoso. La Tierra es más fija, es como si fuera un imán donde se cierran las líneas de un campo magnético porque es un sólido. Por eso se forman esas protuberancias en todas partes del sol”, afirma con la seguridad que dan tantos años de estudio.

“La gente cree que no puede ver y hasta tiene miedo de verlo. Preguntan si es seguro. Y sí lo es, porque tiene todos los filtros para no dañar la vista”, finaliza mientras se dispone a atender a otro colegio. La remera negra del becario le da más calor y la certidumbre de que el sol está presente.

En Cuatrociencia el sol se deja ver. Se deja observar. Se deja estudiar. Ilumina con la luz del conocimiento.

La Plaza de la Física y la Matemática

Portada Plaza de la Fisica

 

Dame una palanca y moveré el mundo

¿Qué tiene que ver nuestro brazo con una palanca? ¿Cómo se logra la solución de un problema a través de la tipología? Estas y muchas cosas más son las que se aprenden en la Plaza de la Física y la Matemática. Porque, como dicen algunos, todo en la vida es matemáticas. Casi todo se puede explicar con números. Y parece que es así.

Al aire libre, la gente  se reúne a prestar atención a lo que cuentan y explican los estudiantes universitarios encargados del espacio. Ellos son los encargados de repetir varias veces las mismas cosas.

Uno se encuentra con un recorrido con varios juegos de poleas. Entran en juego conceptos que aprendimos alguna vez en el colegio: fuerza, masa, trabajo… Tomás- uno de los estudiantes a cargo de la Plaza- comenta cómo los chicos se asombran al reconocer las distintas intensidades, cuando las poleas van “complejizándose”.

 “Multiplicación de fuerzas, trabajo constante y nos da pie para explicar las palancas” comenta Tomás que confirma que hay tres tipos de palancas. De primer, segundo y tercer grado y las asocia a la vida cotidiana. Las primeras poseen un punto de apoyo en el medio, una resistencia en un extremo y en el otro la aplicación de la fuerza, un ejemplo sería el “subi-baja”,  ese juego que todos hemos disfrutado en la vida.

La palanca de 2º grado, el punto de apoyo en un extremo, la fuerza en otro y el peso al medio, como una carretilla o una puerta, que si tuviese el picaporte en el medio sería más difícil de abrir.

La última se explica con el movimiento de nuestro brazo. Punto de apoyo en un extremo, el peso en el otro y la fuerza al medio, que se puede graficar con el codo que es punto de apoyo, se levanta un peso con la mano y los músculos trabajan a la mitad.

 

Desde lejos no se ve

Ese espacio se comparte con el giróscopo, la estrella del lugar, donde todos los visitantes quieren pasar, ver y rodar. Muestra los grados de libertad que tiene un giro. Por ejemplo, la tierra tiene un grado de libertad de giro, mientras que nosotros tenemos tres, pero nunca las podemos hacer funcionar en conjunto. Cuando giramos al estilo muñeca de caja musical tenemos un grado de libertad. Si hiciéramos una tumba carnero tendríamos otro y si a eso le sumamos una media luna, sería el tercero. Tres ejes para rotar. Eso es lo que pasaría si estuviéramos en el espacio. “La idea fue explicarla así, y lo entendieron, por más que a muchos de los chicos le interesó más reírse de sus compañeros”, confesó Tomás, con humor. 


En el lugar denominado La Semana del Cerebro, Emanuel es el encargado de comentar unos juegos donde la percepción es la protagonista. Allí la gente se da cuenta de cosas que creen reales, pero que son percepciones. Relacionándolo al sistema neuronal, muchos estímulos juegan su papel en el patio, como el espejo que muestra nuestra mano derecha moviendo objetos y sin darnos cuenta, del otro lado nuestra mano izquierda, que no se ve, siente los estímulos. 

 

No te hagas problema

Un proverbio sueco aseguraba que “la preocupación les pone sombras grandes a las cosas pequeñas”. ¿Que tendrá que ver esto con los números?, se preguntan en el juego de los nudos de la Plaza de la Física y las Matemáticas de Cuatrociencia.

“Todo en la vida es cuestión de saber qué soga tirar para que no nos ahorque. Vamos a hacer uso de la matemática, así comenzamos pasando  la bolla a través de este hueco. Esa es una operación, luego por acá. Esa es otra operación… “comenta, para explicar que está utilizando Topología. “Permite encontrar una solución a un problema que no tiene solución. Si yo puedo deformar el espacio y llevarlo a un espacio que sí tiene solución, la solución es en la primera configuración”, dice mientras una familia se enoja porque le pareció una solución lógica que no había descubierto.

“La idea es aprender a ver los problemas desde otro punto de vista y poder llegar a un sistema más fácil, a través de operaciones matemáticas. Es como elaborar un pensamiento paralelo para llegar a una solución, y no buscar la opción más fácil que no siempre es la correcta”, concluye Federico, quien termina el recorrido del patio, y deja a todo el mundo pensando sobre números.

 

 

Celebrando el otoño astronómico

PORTADA

Según dicen los diarios, los calendarios y la teoría en general, hoy jueves 21 de marzo comenzó el otoño. Sin embargo, desde el punto de vista astronómico, es decir, teniendo en cuenta el movimiento de los astros, el equinoccio inició ayer miércoles a las ocho horas, exactamente. Ayer en Cuatrociencia se ofreció una rica explicación de este fenómeno a través de una charla con el público a cargo de los docentes de la UNC Guillermo Goldes y Javier Martín.

Nuestro clima y las estaciones cambian porque nuestro planeta orbita alrededor del Sol, pero en una posición inclinada. Ayer, en el equinoccio, estábamos justo en el medio. El miércoles, a las 13 horas y 17 minutos, el Sol cruzó la línea meridiana, de norte-sur, y en ese preciso instante, fue el “mediodía real” a pesar que nosotros lo identificaríamos a las 12 de nuestros relojes. Ello fue comprobado por los visitantes en el reloj solar de la Plaza de la Física de Cuatrociencia, que fueron marcando las sombras de un objeto a lo largo de la mañana.

Por este motivo, en los dos equinoccios –el de primavera y el del otoño– pasan cosas únicas. En esos días, y solo en esos días, la noche y el día duran exactamente 12 horas en cualquier punto de nuestro planeta. Hasta el miércoles, el Sol alumbraba más directamente el hemisferio sur de nuestro planeta y por lo tanto, teníamos días más largos y noches más cortas. A partir de hoy, el proceso se irá revirtiendo paulatinamente porque el hemisferio norte estará más inclinado sobre nuestra estrella y recibirá más de lleno la luz solar.

Otro de los hechos únicos que ocurren en los equinoccios es que en el polo sur, comenzó una larga noche, que se extenderá ininterrumpidamente durante… seis meses. Por la posición de nuestro planeta, durante el otoño y el invierno en la Antártida no se verá más luz solar por unos 180 días.

Después de la charla en Cuatrociencia el público se retiró con rostros de asombro. El otoño ya había comenzado.

 

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